martes, 20 de septiembre de 2011

A vueltas con el mantenimiento del parque de María Luisa

Cuando estamos en torno al término de los 100 días del nuevo gobierno municipal, ha surgido la polémica acerca de la situación actual del parque más emblemático de la ciudad de Sevilla. Como suele ocurrir, las opiniones difieren, más debido a las tendencias políticas de los opinantes que a un examen objetivo de la realidad. Para unos, el estado del mismo ha mejorado; para otros, por el contrario, ha empeorado. Desde mi punto de vista, como usuario habitual de ese espacio verde, debo decir sinceramente que no encontrado cambios muy significativos en su mantenimiento. Siguen los excrementos de los caballos cubriendo las arterias principales del parque, cuyos efluvios y moscas consiguientes hacen más incómoda la estancia de los visitantes. Siguen las invasiones de los vándalos de las botellonas, que los fines de semana dejan un reguero de suciedad en algunas de las glorietas más importantes, como la de los Hermanos Álvarez Quintero. Me supongo que acceden al recinto saltando la verja porque me consta que todos los accesos al parque se cierran por las noches. Siguen los aspersores dirigiendo el agua hacia la calzada, en lugar de al césped, tal como ocurre en la avenida de Conde de Colombí. Así se despedicia el agua y se moja a los paseantes.
Para qué vamos a seguir. Solo me resta suplicarle a los nuevos dirigentes de Parques y Jardines que por favor no vuelvan a reincidir plantando otra vez las palmeras datileras de la avenida de don Pelayo. La única que restaba de las tres operaciones sucesivas está ya agonizando. En total se ha (mal)utilizado 24 plantones de palmeras, los 16 primeros de unos 6 metros de altura. Un ejemplo paradigmático del derroche de los fondos públicos.


Antonio Rojas Romero