sábado, 23 de abril de 2016

Una exposición y una conferencia

   En esta semana que termina he participado en dos actividades culturales. Por un lado, el martes, día 19, visitamos la exposición titulada "Sevilla a través de la fotografía (1839-1929)", organizada por el CICUS en su sede de la calle Madre de Dios. Actuó como guía una chica muy joven, Ana Trancoso, estudiante de Historia del Arte en la universidad de Sevilla. La visita comenzó sobre las 11 y duró aproximadamente una hora. En la muestra se ponen de manifiesto los avances técnicos experimentados en el campo de la fotografía, fundamentalmente en base a monumentos icónicos de la ciudad de Sevilla, tales como la Catedral, el Alcázar, la Torre del Oro, etc., si bien también se puede apreciar la evolución de la sociedad sevillana a través de una serie de escenas costumbristas. Hay que decir, al respecto, que las explicaciones de la guía incidieron más en el desarrollo de la técnica fotográfica que en los propios contenidos de las fotografías. Así se le podría haber sacado más partido a la inmensa reproducción estereoscópica de la vista de Sevilla tomada desde la orilla de Triana por el fotógrafo Laurent y reparar en los cambios producidos en el paisaje urbano, tales como las desapariciones paulatinas de puertas y postigos y la de la esbelta Pasarela que aún se mantiene en la toponimia de las personas mayores. Otro elemento característico de la Sevilla del siglo XIX, el patio de vecinos, también se encuentra representado con la instantánea del Patio de Esquivel, ubicado en la calle Levíes.
   De cualquier manera, para la quincena aproximada de participantes, entre otras cosas porque el día estaba algo desapacible, pienso que la visita fue aprovechable, en el sentido de ponernos de manifiesto la necesidad de ser muy respetuosos con el tratamiento de los elementos arquitectónicos de nuestra ciudad, puesto que en aras de una pretendida modernidad en el caso concreto de Sevilla se han cometido auténticas barbaridades. Esperemos que el desenlace de la actual polémica sobre la rehabilitación del edificio de las Atarazanas termine de la mejor manera para la conservación del patrimonio monumental y artístico de Sevilla.
   Dentro de los actos programados para conmemorar el advenimiento de la Segunda República el 14 de abril de 1931, asistí a la conferencia que pronunció el catedrático de derecho constitucional Javier Pérez Royo en la sede del Teatro del Duque el miércoles, día 20. Aunque el acto estaba programado para las 7 de la tarde, en realidad comenzó practicamente media hora más tarde, principalmente con la intención de que acudiera más público, que por otro lado éramos en su mayoría de una edad bastante avanzada.
  El conferenciante realizó una especie de análisis comparativo entre las dos restauraciones borbónicas acaecidas en España en los siglos XIX y XX respectivamente, ambas sustentadas en sendas Constituciones, las de 1876 y 1978, y auspiciadas por sendos levantamientos militares, que en el segundo de los casos desembocaría en una cruenta guerra civil. En este sentido, puso de manifiesto que la segunda restauración borbónica se inciaría con la Ley de Sucesión de 1947, sin tener que llegar hasta la Transición y la vigencia de la Constitución de 1978.
 Se refirió a la tutela del poder político por el militar durante la España contemporánea, manifestando que el fracaso del golpe militar del 23 de febrero de 1981 supuso el fin definitivo de la misma.
  Al contrario que otras Constituciones europeas, provistas de cláusulas de intangibilidad, la Constitución republicana de 1931 carecía de ellas, por lo cual en el coloquio final yo le pregunté por qué, aunque ello no hubiera disuadido a los militares golpistas. Me contestó que dicho punto no llegó a tratarse durante los trámites parlamentarios.
  Como no estaba de acuerdo con lo que expresó respecto a que la monarquía ha sido la única institución que reaccionó adecuadamento tras los resultados elctorales del Parlamento europeo, le hice ver que esa reacción se debió fundamentalmente a que la figura del rey Juan Carlos estaba ya completamente desprestigiada, tras una seria de grandes escándalos, y por eso, de prisa y corriendo, acudieron al recurso de la sucesión, que de momento le ha dado un gran respiro a la caduca institución.
   Para terminar, me parece que su planteamiento de que los que acudimos al acto seríamos testigo del nacimiento de la Tercera República peca de un excesivo optimismo. Bastaba con fijarse en la escasa asistencia de jóvenes. Estoy casi seguro de que si hipotéticamente se convocara un referendum acerca de la forma de Estado, hoy por hoy se impondría desgraciadamente la monarquía.

sábado, 16 de abril de 2016

Viaje a Ceuta

 Hemos realizado una visita a la ciudad autónoma de Ceuta, dentro del programa de Mundosenior del Imserso, concretamente entre los días 4 y 7 del presente mes de abril. 
  En mi caso particular quería apreciar los cambios experimentados por la ciudad en un período de casi medio siglo, exactamente desde 1968. En ella hice el servicio militar, en el regimiento de Regulares de Tetuán nº 1. Por cierto, pude comprobar que dicho regimiento ya ni existe, pues se ha integrado en el regimiento de Regulares nº 3. Eso sí, en el barrio de Hadú, donde se encuentra el acuertelamiento que alberga al mencionado regimiento, han erigido una estatua en una rotonda al soldado de Regulares, aunque también existen sendas esculturas dedicadas al soldado legionario y al soldado de reemplazo. En esta aspecto no ha cambiado mucho la ciudad, ya que sigue siendo muy importante la función militar, si bien resulta lógico que la guarnición haya disminuido desde que se abolió el servicio militar obligatorio. 
   Al día siguiente de nuestra llegada, acompañados mi mujer y yo por otras dos parejas, el matrimonio Antonio y Loly, y las Hermanas, Ana y Pepa, participamos en una excursión en la que observamos la ciudad y su entorno desde dos miradores ubicados al este y al oeste de la misma. Primero subimos al mirador de Isabe II, lo que me recordó que en sus proximidades participé en varias maniobras militares y que por aquella escarpada zona se encontraba la llamada Pista, nombre que le daban a un campo de entrenamiento, con unos obstáculos y alambradas que teníamos que sortear. Luego nos dirigimos a un mirador llamado de San Antonio emplazado en la cima del monte Hacho, donde recordé que en unos polvorines cercanos presté servicios de guardía cuando ya era nada menos que cabo primero. Debo reconocer que sentí un poco de nostalgia, no precisamente porque tuviese un espìritu militar muy elevado, sino porque añoraba mis entonces 25 años.
  Nos hemos alojado en el hotel Trip, sito junto a la plaza más importante de la ciudad, la plaza de Nuestra Señora de África, declarada patrona de la misma, a la cual el rey portugués Juan I erigió un santuario. En dicha plaza están representados todos los poderes existentes, al menos en el plano teórico. Así la catedral, bajo la advocación de la Virgen de la Asunción, representaría al poder religioso. La comandancia militar al poder castrense. El edificio de la asamblea al poder político. En el centro de la plaza se erigió a finales del siglo XIX un monumento a los héroes españoles de la guerra de Marruecos de 1859-1860, decorado con unos bajorrelieves del escultor sevillano Antonio Susillo. Al lado de la catedral se han descubierto unos restos arqueológicos fenicios, los pobladores más antiguos del lugar.
  Quizás los dos alicientes turísticos que ofrece la ciudad sean por un lado los restos de una basílica tardorromana, ubicados en la calle Queipo de Llano (allí no ha llegado todavía la aplicación de la denominada Ley de la Memoria histórica y Millán Astray también tiene su calle), y por otro el llamado Parque del Mediterráneo, construido a título póstumo bajo las directrices de César Manrique, en terrenos ganados al mar.
  Me he quedado con ganas de ver el Museo de la Ciudad, ubicado en un edificio del Paseo del Revellín, pues debido a que está en obras, estaba cerrado. Pero curiosamente ni en la puerta del mismo ni tampoco en la oficina de turismo me advirtieron al respecto.
  Aunque hicimos una visita guiada que incluía solo la catedral, el santuario y los restos de las murallas, no estuvo bien planificada, pues en el caso de la catedral estaban ya cerrando cuando llegamos y en cuanto al santuario ni siquiera pudimos entrar ya que estaba cerrado.
    Menos mal que la ciudad no ha olvidado al que era su alcalde republicano cuando estalló el golpe milita que en el protectorado marroquí se adelantó al 17 de julio de 1936. Se apellidaba Sánchez Prado y no solo le han dedicado una calle sino también le han erigido una estatua en la misma.
   

sábado, 9 de abril de 2016

Dos visitas culturales

  La primera tuvo lugar el viernes 4 de marzo y la dirigió el excompañero Roque, profesor de latín en el instituto Martínez Montañés. Tuvo por escenario la parte principal de la gipsoteca de la universidad de Sevilla, sita en una galería del edificio del rectorado. Acudieron cerca de 30 personas. Quedamos citados en la puerta central de la fachada de la calle San Fernando a las 11 de la mañana.
   Delante de la portada central realicé una introducción, centrada fundamentalmente en un recorrido histórico de la universidad hispalense, partiendo de la fundación del colegio de María de Jesús por parte del arcediano Maese Rodrigo en los inicios del siglo XVI. También aludí al traslado de la institución hacia la que había sido la casa profesa de la Compañía de Jesús en el año 1771, por iniciativa del ilustrado Pablo de Olavide. Y por último hice referencia al cambio de sede operado a mediados del siglo pasado rumbo al edificio de la Real Fábrica de Tabaco creada en el siglo XVIII, y cuyo arquitecto estrella fue Sebastián van der Borcht.
  Una vez que accedimos al patio donde se expone la estatua de Maese Rodrigo, tratamos de interpretar el contenido de las dos inscripciones que figuran en el mismo. En una se hace alusión al rey Felipe V, ya que en su reinado se inició la construcción del edificio, aunque se culminó en el reinado de Carlos III; en la otra se menciona al dictador Franco, pero curiosamente la fecha que aparece no coincide con el traslado de la Universidad, sino que corresponde a la década de los sesenta del siglo XX.
   Las explicaciones de las obras escultóricas reproducidas en yeso, dada la especialidad en la cultura clásica del guía, versaron fundamentalmente sobre los aspectos mitológicos, sin menospreciar totalmente los rasgos artísticos. Por cierto que conviene resaltar las atinadas intervenciones del también excompañero Pedro Barroso.
   En total, la visita duró aproximadamente una hora y media.

    La siguiente visita tuvo lugar el viernes 1 del mes en curso. En esta ocasión tenía como objetivo la iglesia de la Anunciación y el Panteón de los Sevillanos Ilustres, que se encuentra precisamente debajo, aunque se accede por el patio central de la anexa facultad de Bellas Artes. También la iniciamos a las 11 y estuvo dirigida por una chica llamada Tamara Jiménez, que desempeñó correctamente su papel.
  Primero visitamos la iglesia en la que aparecen obras de artistas destacados, tales como Juan Martínez Montañés, con dos estatuas de bulto redondo en el retablo mayor y unos relieves en el retablo de San Juan Bautista. El estado del edificio por dentro no es muy bueno, pues como suele ocurrir, y tal como dice el refrán, unos por otros y la casa sin barrer. La iglesia pertenece a la universidad de Sevilla, pero se la tiene cedida a la Hermandad del Valle, y ninguna de las dos instituciones se debe preocupar mucho por el mantenimiento del templo, a juzgar por su estado.
   En el Panteón de los sevillanos ilustres descansan los restos de una serie de personajes o bien nacidos en Sevilla o que tuvieron una fuerte relación con la ciudad. Los más populares serían los hermanos Bécquer, Valeriano y Gustavo Adolfo. Sin embargo también habría que mencionar a otros como Rodrigo Caro, Fernán Caballero, Reinoso, Mateos Gago, Arias Montano, etc. Están las tumbas de algunos individuos de la nobleza y aparecen los huecos de los sepulcros de los Ribera, trasladados a su antiguo emplazamiento de la iglesia del monasterio de la Cartuja. Intervine para poner de manifiesto que existe una lápida dedicada a un catedrático de la universidad de Sevilla un tanto polémico, llamado Mariano Mota Salado, impuesto como rector de la misma por el general golpista Queipo de Llano en agosto de 1936, desempeñando el cargo con carácter vitalicio hasta su muerte en el año 1951. Como homenaje al poeta Gustavo Adolfo Bécquer, en el 180 cumpleaños de su nacimiento, y como ninguno de los asistentes respondiera a mi solicitud de proceder a la lectura de algunas de sus rimas, decidí leer dos de ellas, concretamente la LIII ( Volverán las oscuras goilondrinas/ en tu balcón sus nidos a colgar, ... ) y la LXXIII ( Cerraron sus ojos, que aún tenía abiertos; ...). Al final se animó mi amiga Nieves y recitó de memoria otra rima más prosaica del poeta romántico.
  En esta ocasión el número de asistentes superó ampliamente la treintena y ya advertí que para la próxima visita, proyectada para el próximo día 19 de mes actual, me han indicado desde el CICUS,que el número máximo permitido es de 30 personas. Visitaremos una exposición de fotografías del período 1839-1939 referidas a la ciudad de Sevilla.