sábado, 9 de abril de 2016

Dos visitas culturales

  La primera tuvo lugar el viernes 4 de marzo y la dirigió el excompañero Roque, profesor de latín en el instituto Martínez Montañés. Tuvo por escenario la parte principal de la gipsoteca de la universidad de Sevilla, sita en una galería del edificio del rectorado. Acudieron cerca de 30 personas. Quedamos citados en la puerta central de la fachada de la calle San Fernando a las 11 de la mañana.
   Delante de la portada central realicé una introducción, centrada fundamentalmente en un recorrido histórico de la universidad hispalense, partiendo de la fundación del colegio de María de Jesús por parte del arcediano Maese Rodrigo en los inicios del siglo XVI. También aludí al traslado de la institución hacia la que había sido la casa profesa de la Compañía de Jesús en el año 1771, por iniciativa del ilustrado Pablo de Olavide. Y por último hice referencia al cambio de sede operado a mediados del siglo pasado rumbo al edificio de la Real Fábrica de Tabaco creada en el siglo XVIII, y cuyo arquitecto estrella fue Sebastián van der Borcht.
  Una vez que accedimos al patio donde se expone la estatua de Maese Rodrigo, tratamos de interpretar el contenido de las dos inscripciones que figuran en el mismo. En una se hace alusión al rey Felipe V, ya que en su reinado se inició la construcción del edificio, aunque se culminó en el reinado de Carlos III; en la otra se menciona al dictador Franco, pero curiosamente la fecha que aparece no coincide con el traslado de la Universidad, sino que corresponde a la década de los sesenta del siglo XX.
   Las explicaciones de las obras escultóricas reproducidas en yeso, dada la especialidad en la cultura clásica del guía, versaron fundamentalmente sobre los aspectos mitológicos, sin menospreciar totalmente los rasgos artísticos. Por cierto que conviene resaltar las atinadas intervenciones del también excompañero Pedro Barroso.
   En total, la visita duró aproximadamente una hora y media.

    La siguiente visita tuvo lugar el viernes 1 del mes en curso. En esta ocasión tenía como objetivo la iglesia de la Anunciación y el Panteón de los Sevillanos Ilustres, que se encuentra precisamente debajo, aunque se accede por el patio central de la anexa facultad de Bellas Artes. También la iniciamos a las 11 y estuvo dirigida por una chica llamada Tamara Jiménez, que desempeñó correctamente su papel.
  Primero visitamos la iglesia en la que aparecen obras de artistas destacados, tales como Juan Martínez Montañés, con dos estatuas de bulto redondo en el retablo mayor y unos relieves en el retablo de San Juan Bautista. El estado del edificio por dentro no es muy bueno, pues como suele ocurrir, y tal como dice el refrán, unos por otros y la casa sin barrer. La iglesia pertenece a la universidad de Sevilla, pero se la tiene cedida a la Hermandad del Valle, y ninguna de las dos instituciones se debe preocupar mucho por el mantenimiento del templo, a juzgar por su estado.
   En el Panteón de los sevillanos ilustres descansan los restos de una serie de personajes o bien nacidos en Sevilla o que tuvieron una fuerte relación con la ciudad. Los más populares serían los hermanos Bécquer, Valeriano y Gustavo Adolfo. Sin embargo también habría que mencionar a otros como Rodrigo Caro, Fernán Caballero, Reinoso, Mateos Gago, Arias Montano, etc. Están las tumbas de algunos individuos de la nobleza y aparecen los huecos de los sepulcros de los Ribera, trasladados a su antiguo emplazamiento de la iglesia del monasterio de la Cartuja. Intervine para poner de manifiesto que existe una lápida dedicada a un catedrático de la universidad de Sevilla un tanto polémico, llamado Mariano Mota Salado, impuesto como rector de la misma por el general golpista Queipo de Llano en agosto de 1936, desempeñando el cargo con carácter vitalicio hasta su muerte en el año 1951. Como homenaje al poeta Gustavo Adolfo Bécquer, en el 180 cumpleaños de su nacimiento, y como ninguno de los asistentes respondiera a mi solicitud de proceder a la lectura de algunas de sus rimas, decidí leer dos de ellas, concretamente la LIII ( Volverán las oscuras goilondrinas/ en tu balcón sus nidos a colgar, ... ) y la LXXIII ( Cerraron sus ojos, que aún tenía abiertos; ...). Al final se animó mi amiga Nieves y recitó de memoria otra rima más prosaica del poeta romántico.
  En esta ocasión el número de asistentes superó ampliamente la treintena y ya advertí que para la próxima visita, proyectada para el próximo día 19 de mes actual, me han indicado desde el CICUS,que el número máximo permitido es de 30 personas. Visitaremos una exposición de fotografías del período 1839-1939 referidas a la ciudad de Sevilla.

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