miércoles, 13 de marzo de 2013

Una conferencia y una mesa redonda

 El miércoles de la semana pasada, día 6, asistí a una conferencia en el salón de actos de la Casa de la Provincia. Fué la última del ciclo organizado por la Asociación Andaluza para la Recuperación de la Memoria Histórica, titulado "UGT Y CC.OO. : del franquismo a la democracia". En esta ocasión el ponente fué Manuel Simón Velasco, exsecretario de Relaciones internacionales de la CEC y exmiembro del Consejo de Administración de la OIT. El título de su conferencia: "UGT: de la Dictadura a la Transición".
   Habló sobre las penalidades de la lucha sindical en la éoca del franquismo y de la diferencia de estrategia con respecto  CC.OO., pues mientras los seguidores de esta corriente sindical se infiltraron en las filas de los sindicatos verticales franquistas, los simpatizantes de la UGT, tras los resabios consiguientes de su entendimiento con la Dictadura de Primo de Rivera, con la participación de Francisco Largo Caballero, decidieron mantenerse al margen de cualquier participación.
   También expuso que ya en la décda de los 60 del pasado siglo hubo dos corrientes en el sindicato: una propiamente socialista en línea con la dirección del PSOE en el exilio, con base en Toulouse (Francia), y otra de tendencia marxista, sostenida fundamentalemnte por el PSUC. Esta última tendencia estuvo apoyada desde Moscú, pero tuvo una corta existencia.
  Le concedió mucha importancia al Congreso de 1976, celebrado cuando la UGT todavía estaba en la clandestinidad, celebrado en un restaurante a las afueras de Madrid, incluso con una importante representación extranjera. Para el conferenciante representaba un acto de valentía respecto al régimen  cuasi franquista, pues asistió hasta un ministro del gobierno alemán. Pero en el coloquio final, un asistente, mi amigo Enrique Ruiz, hizo dos observaciones interesantes. La primera consistió en que CC, OO. se infiltró en los sindicatos franquistas precisamente para dinamitarlos desde dentro; la segunda, que el gobierno casi franquista de Arias Navarro hizo la vista gorda respecto a la celebración de dicho Congreso, algo que tuvo que reconocer el propio conferenciante, puesto que era preferible tener un sindicalismo de carácter socialista que uno de matiz comunista.
   Al día siguiente, jueves, día 7, participé en una mesa redonda que tuvo lugar en la sede de la APDHA (Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía) bajo el tótulo "Andalucía en la crisis actual". Intervinieron como ponentes Manuel Delgado Cabeza, catedrático de Economía aplicada de la Universidad de Sevilla, e Isidoro Moreno Navarro, catedrático de Antropología Social de la misma Universidad.
 La ponencia del primero se titulaba "Reanimar lo que tenemos o construir otra economía?". Hizo un análisis de la evolución de la economía andaluza en los últimos treinta años, destacando los problemas dentro de cada uno de los sectores económicos. Así en el sector agrario puso de manifiesto el progresivo empobrecimiento de los agricultores, cuyas rentas se van debilitando ante el excesivo poder de los intermediarios. La polarización del valor añadido del campo, pues un porcentaje muy elevado de la rentabilidad descansa en el cultivo del olivar y en las hortalizas y verduras. La agricultura de regadío se ha extendido más en la zona más seca de Andalucía, con los problemas medioambientales que ello plantea. Respecto a la industria hemos asistido a un proceso de desmantelamiento fabril, que se pone claramente de manifiesto en la actualidad, con ejemplos muy recientes, tales como los de Roca, Danone, etc. Por supuesto, en el dilema que plantea el título de la ponencia se muestra evidentemente favorable a la introducción de un nuevo modelo económico, criticando al principio de su intervención el intento de algunos municipios andaluces de resucitar la actividad inmobiliaria, un modelo totalmente desfasado.
  Isidoro Moreno comenzo exponiendo unos datos comparativos del crecimiento económico de varias regiones españolas en los últimos años, destacando como precisamente Andalucía estaba a la cola. Criticó acerbamente el estatuto de autonomía por considerarlo como un freno para el desarrollo andaluz, pues ni siquuiera contempla las competencias exclusivas del gobierno andaluz sobre la cuenca del Guadalquivir. Manifestó que el bipartidismo reinante en el estado español está en decadencia, haciendo un simil con el régimen de la Restauración. Se mostró muy duro con el PSOE, cuyo partido ha monopolizado practicamente el gobierno regional desde la Transición, pues en un período tuvo como aliado al PA, partido actualmente casi inexistente, y actualmente gobierna en coalición con Izquierda Unida, algo que le puede pasar una elevada factura también a esta coalición. No cree en la autorregenación del sistema político y se muestra partidario de no hacerle el juego a los partidos con la participación en los procesos electorales. Tampoco piensa que la reforma de la ley electoral, estableciendo listas abiertas, sea la panacea, pues argumenta que es el sistema que se adopta para elegir lios miembros del Senado y ahí se puede ver su efectividad.
 Hubo un prolongado debate después de las ponencias. Formulé sendas cuestiones a cada uno de los ponentes. A Manuel Delgado le dije que me parecía exagerado el porcentaje del 80% que había atribuido a los sectores olivarero y de hostalizas, pues quedaban al margen sectores nuy significativos del campio andaluz, tales como el remolachero, el arrocero, el citrícola, etc. También apunté que un posible remedio para crear más valor añadido en el el sector agrario sería impulsar la transformación de las materias primas del campo aquí, no exportarlas en bruto como se hace actualmente pior ejemplo con el aceite de oliva. Por último, también puse de manifiesto que las subvenciones del PAC deberían distribuirse más equitativamente, en beneficio de los auténticos agricultores y ganaderos, y no lo que ocurre ahora que la parte del león se la llevan los terratenientes absentistas, tipo duquesa de Alba.
  Con relación a Isidoro Moreno, hice una reflexióin en el sentido de que el hecho de que un solo partido hubiese mionopolizado el gobierno andaluz desde la Transición también era una circunstancia negativa a tener en cuenta, pues en definitiva ha impulsado el clientelismo y la correspondiente corrupción.

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