lunes, 27 de agosto de 2012

A la memoria de un buen amigo A la memoria de un buen amigo La última vez que tuve la satisfacción personal de charlar con Manolo Oliva fue a propósito de una reunión de antiguos amigos, convocada expresamente por nuestro amigo común, Mario Blanco, en su casa de campo del Cerro Gallego. Eso ocurrió el sábado 26 de junio de 2010. Pasamos un buen rato, si bien he de manifestar que el largo período de tiempo transcurrido desde que éramos jóvenes, aproximadamente 40 años, había hecho mella en las relaciones entre todos nosotros, pues cada cuál había tenido una trayectoria personal específica. De todas maneras, repito, lo pasamos bien. En dicha ocasión yo lo encontré aparentemente bien, aunque sabía que había estado enfermo e incluso que se había sometido a una operación quirúrgica. De hecho yo mismo le había hecho una visita durante su estancia en el hospital Macarena. Consideré por tanto que ya estaría recuperado. Por eso cuando me enteré de que había empeorado, lo llamé por teléfono y entonces comprobé de manera fehaciente que estaba ya muy grave, tanto que fue incapaz de sostener conmigo una conversación normal. Me ví obligado a acortar nuestro contacto. Poco después nos dejaba. Aunque es cierto que en los últimos tiempos teníamos únicamente unas relaciones esporádicas, yo lo seguía considerando como mi amigo, y siempre le preguntaba a mi hermana, que visita el pueblo más a menudo que yo, si lo había visto y cómo estaba. En contra de la moda de las llamadas redes sociales, considero muy importante la proximidad y el roce permanente para mantener una buena amistad. Pero mi amistad con Manolo data de la segunda mitad del decenio de 1960 y se fue fortaleciendo a base de experiencias personales compartidas. A nuestra manera, pasamos buenos momentos. Aquí se incluyen algunas salidas a las poblaciones próximas, como Guadalcanal o Cazalla . La primera coincidió con mi ingreso en el servicio militar el año 1968. No lo recuerdo con nitidez, pero la excursión no terminó muy bien, puesto que yo, como depositante del fondo que organizamos, decidí coger el coche de alquiler de vuelta al pueblo, ante el cariz que iban tomando los acontecimientos, ya que unos despabilados de ese pueblo pretendieron beber y comer a nuestra costa. La escapada a Cazalla fue posterior y le sirvió a Manolo para soltarse al volante de la primera furgoneta que compró, un modelo de la marca Citröen. En esta ocasión nos acompañó Mario, y después le gastábamos bromas en el sentido de que había eliminado todos los jaramagos de la cuneta de la estrecha carretera que une Alanís con Cazalla , pues nos fuimos a través de San Nicolás del Puerto. También tuvimos un estrecho contacto a principios de los años 70, ya que tuvimos sendas novias en Guadalcanal Sin duda alguna, Manolo puede ser considerado como un adelantado de lo que hoy denominamos emprendedor. Abandonó su profesión anterior, la de carpintero, con una primera fase en el taller de carpintería de Alfonsito, seguida de otra en Sevilla, y partiendo prácticamente de cero se convirtió en almacenista y representante comercial. Los inicios no fueron fáciles, pues en un pueblo pequeño había ya dos firmas consolidadas, la de los Romeros y la de Adriano. Cada una de ellas tenía un producto simbólico: la primera la cerveza Cruz del Campo; la segunda, la Estrella del Sur. Manolo representó a la San Miguel. Trabajó con tesón y extendió su radio de acción a poblaciones cercanas, como Guadalcanal y San Nicolás del Puerto. Así fue como llegó a crear una empresa próspera en un ambiente de una tremenda competencia. Por eso su trayectoria como empresario tiene mucho mérito, sin desmerecer, por supuesto, la efectiva colaboración de su mujer, Reyes, así como la de sus hijos. Termino ya. Que triste es ver como los amigos nos van abandonando. Ello nos produce una gran nostalgia. Sin embargo, siempre nos quedará el recuerdo emocionante de haber tenido la dicha de disfrutar con los buenos amigos. Eso no se borra nunca. Amigo Manolo, ¡hasta siempr Antonio Rojas Romero

1 comentario:

  1. Este artículo también salió publicado en la misma revista que el anterior. Eso sí. En esta ocasión si apareció mi nombre.

    ResponderEliminar