El Catastro de
Ensenada: algunos aspectos fiscales relacionados con la villa de
Alanís
Por un real decreto, firmado por
el rey Fernado VI en el palacio del Buen Retiro, el 10 de octubre de
1749, se inició el proceso conocido históricamente como el Catastro
de Ensenada. Se trataba de confeccionar un inventario lo más
exhaustivo posible de todas las rentas pecuniarias de las 22
provincias en las que estaba dividida entonces el territorio de la
Corona de Castilla. No hace falta advertir que dicha división
provincial no coincidía con la actual, pues, a título de ejemplo,
Andalucía constaba solo de cuatro provincias, coincidentes con los
antiguos reinos medievales: Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada. Por
consiguiente, el Catastro no afectaría a los territorios
pertenecientes a la Corona de Aragón, es decir, Cataluña, el reino
de Aragón, el reino de Valencia y las Islas Baleares. Pero tampoco
se incluyeron los territorios forales: las Provincias Vascas y el
Reino de Navarra. También quedó fuera el archipiélago canario.
¿Y por qué se llama de
Ensenada? Muy sencillo. Porque el principal impulsor del proyecto fue
don Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada.
Desempeñaba el cargo de Secretario de Estado y del Despacho
Universal (antecedente del actual Ministro) de Hacienda, Guerra,
Marina e Indias. Fue un personaje reformista, imbuído por el
espíritu de la Ilustración y forma parte de la pléyade de
ministros ilustrados que intentaron mejorar las condiciones de vida
de los súbditos de la monarquía borbónica del siglo XVIII, pues
hay que tener en cuenta que los tres primeros reyes de esa dinastía,
si bien no eran unos individuos fuera de serie, tuvieron una
importante virtud: saber elegir a sus colaboradores más directos
(aunque no pertenecieran al estamento nobiliario).
La finalidad fundamental que se
pretendía era impulsar una ambiciosa reforma fiscal, que, tal como
se reflejaba en el real decreto, sustituyese las injustas, complejas
e ineficientes Rentas Provinciales por una Única Contribución,
“contribuyendo cada vasallo, a proporción de lo que tiene, con
equidad y justicia”. Se trataba, pues, de una pretensión sumamente
utópica, pues no solo se intentaba que pagasen impuestos los
llamados estamentos privilegiados, la nobleza y el clero, que
prácticamente estaban exentos, sino que además introducía un matiz
progresivo en la imposición, estableciendo la proporcionalidad. Por
lo tanto, no tiene nada de extraño que el proyecto fracasara, debido
fundamentalmente a la fuerte oposición de los grupos privilegiados,
aunque hay que tener en cuenta también el propio cese del marqués
de la Ensenada por rivalidades en la política exterior y la entrada
en un proceso depresivo del rey Fernando VI, provocado por la muerte
de su mujer, Bárbara de Braganza. En definitiva, lo que se pretendía
era aumentar los recursos de la Hacienda Real que estaba en una
situación lamentable, especialmente por la participación de España
en una serie de guerras dinásticas que entonces afectaron a Europa.
En el fondo estaba la ambición de la segunda mujer de Felipe V,
Isabel de Farnesio, por colocar a sus hijos, Carlos y Felipe, al
frente de territorios italianos, cosa que al fin consiguió.
Para conocer todos los aspectos demográficos, económicos y sociales
se envió a cada una de las 14672 entidades de población un
cuestionario de 40 preguntas. Ello requirió el envío de una
comisión, presidida por el máximo cargo a nivel provincial, es
decir, el intendente, aunque a veces era sustituído por otra
persona. Así en el caso de Alanís, la comisión que se reunió el 1
de septiembre de 1751 estuvo presidida por el corregidor de la ciudad
de Carmona. Dicha comisión estaba asesorada por personas de la
propia localidad que, bajo juramento, prestado ante el cura,
contestaban a cada una de las preguntas. Es lo que se conoce como las
Respuestas Generales, que constituyen una fuente inestimable para la
investigación histórica de mediados del siglo XVIII, por su elevada
fiabilidad, lo cual no es óbice de que haya que ser precavido ante
los datos aportados, pues, a pesar del juramento, las respuestas
pueden no corresponder a la realidad, especialmente cuando se
refieren a la calidad del suelo.
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Esta entrada y las dos siguientes corresponden a un artículo que ha salido publicado en la revista que se publica todos los años en Alanís,coincidiendo con la celebración de la feria. Por cierto que ha salido publicado pero sin mencionar el nombre del autor. Esto lo comenté personalmente con la concejal de Educación y Deporte y ella me dijo que habían enviado todos los datos correctos a la imprenta.
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